Escapadas | Patones
PATONES
Cuenta la leyenda que un antiguo reino fue creado para que nadie supiera de él, para que nunca fuese encontrado.
Ese lugar, fundado entre riscos y lejos de los caminos se llamó, -se llama- Patones. Y está situado apenas a 60 kilómetros de Madrid, en el nordeste de la
Comunidad, muy cerca de Torrelaguna (salida 50 de la A-1).
Modernas investigaciones ya sitúan allí un castro celtíbero en el siglo ll a.d.C., pero los escritos históricos aseguran que Patones pudo haberse formado en la
época de la Reconquista, cuando los sarracenos se adueñaron de España y los habitantes de aldeas y pueblos corrían a refugiarse en lugares inhóspitos, en cuevas
y montañas de difícil acceso.
Estos hombres, "los patones", eligieron de entre ellos al de mayor edad y según la tradición visigoda, le dieron el titulo de rey. El cargo pasaba de padres a
hijos de forma hereditaria y se conservó, una vez liberada la península ibérica, pero supeditado a los reyes de España.
El propio Felipe ll recibió una misiva dirigida "del rey de Patones al rey de las Españas" que despertó su interés, pero que no le irritó tanto como para acabar
con aquel minúsculo y peculiar reinado, dentro de su vasto Imperio . Otro insigne monarca, Carlos lll, intentó sin éxito cobrarles impuestos.
Durante la invasión napoleónica, Patones tenía unas 50 familias. Una placa dedicada a su grandeza y rebeldía en 1967 recuerda como ni las tropas francesas
pudieron con este inasequible reino, más que nada porque, probablemente, no llegaron a tener conocimiento de su existencia.
Se conocen reyes de Patones hasta 1750,. Sin embargo, ya entrado el siglo XX, sus habitantes aún conservaban en el lenguaje y las costumbres alguna huella
de su origen godo.
Parece que el único conflicto que el reino de Patones sostuvo con el Estado español fue "la guerra de los pinos", cuando en los años 40 se les impuso una
repoblación forestal que perjudicaba a su modo de vida ganadero. Tuvo que intervenir la Guardia Civil ante la feroz defensa de los patones.
En esa misma década se trasladaron los primeros vecinos a terrenos más fértiles, junto a la vega del Jarama, donde finalmente se fundó Patones de Abajo.
En los años 70, casi abandonado, Patones de Arriba comenzó a despertar el atractivo del turismo rural. Hoy sus calles y casas representan una de las mejores
muestras de la "arquitectura negra" de la zona, con la pizarra como elemento principal de paredes y tejados.
Algunas de las antiguas viviendas, fueron restauradas y convertidas en restaurantes y casas rurales. En Patones de Arriba se pueden degustar las famosas migas o
una buena carne y un buen vino de la zona.
Una zona repleta de rutas de senderismo, cicloturismo y vías pecuarias que nos pueden llevar, por ejemplo, a la presa del Pontón de la Oliva, un punto de
referencia para la escalada.
En los alrededores de Patones se encuentran la Cueva del Aire, con enterramientos de la Edad del Bronce y la Cueva del Reguerillo, la más importante de la
Comunidad de Madrid,con más de 300 metros de longitud.
Cuentan que aún en los años 70, entre la docena de vecinos que resistía en Patones de Arriba, podían encontrarse rasgos característicos, como el pelo rubio y
los ojos claros de los primeros pobladores. Aquellos osados entre los que siempre hubo un hombre que pudo reinar.